Andaba tranquila por la estación de ferrocarriles de plaza Cataluña, sin prisas, con ganas. Había quedado con unos amigos en plaza España y estaba feliz con mi elección, tenía muchas ganas de ir a verlos un ratito. Mi fiel libretita, un boli bic que no falte, “el sueño de mi desvelo” de Antonio Daimiel, 2 euritos y el móvil era todo lo que llevaba en el bolso que lucía, orgullosa ante la fantástica compra que hice en Vietnam. Relajada, contenta y emocionada con la tarde que se me presentaba caminaba con la cabeza bien alta, observando a todos los de mi alrededor e imaginando la historia de sus vidas. Uno en particular llamaba ni atención, de unos cuarenta años de edad, casi completamente calvo, estresado… correteaba de una vía a otra sin pensar en aquellos que le rodeaban, empujaba sin querer a una señora, no se disculpaba. Me daba un poco de lástima, con tantas prisas se le estaban escapando de la mano años de experiencias. Tan empeñado iba en llegar a su destino que se olvidaba de maravillarse ante la cúpula que protege la entrada a los andenes, la lámpara de cristal que hay en el centro, la pintura del techo, las baldosas del suelo. Tan obsesionado con el tiempo que ni se paraba a sorprenderse con el eco de la estructura, no se daba el gusto a parar a escuchar su voz vibrante, a sentir la energía del lugar, a formar parte de ello. ¿Cuántas veces hemos andado por la vida de está forma tan inconsciente? ¿Cuántos instantes han pasado desapercibidos ante nuestros ojos ansiosos de poder? Muchos, y míos no te cuento…
En fin, almas perdidas, corazones rotos, bajas autoestimas, poco autocontrol… todo y nada. Nada y todo son los causantes, hemos de dejarlos libres. Por suerte, hay oasis en los que refugiarnos, en los que el todo y el nada pasan a ser relativos. Por ejemplo, el puesto de libros que había en esa misma rotonda, libros solidarios en los que nada se convertía en todo y todo en nada. Esa paradita que me llamaba la atención a la ida, pero que me conquistaba a la vuelta. De esa paradita quiero hablaros hoy… www.llibresolidari.org es una asociación abierta a todos los públicos que se encarga de organizar eventos, campañas… para ayudar a esas personas olvidadas que vamos dejando atrás. Justo hoy, estaban en la estación vendiendo libros, historias de segunda mano que por muy poco lograban mucho, otra vez, de nada a todo. Libros antiguos y nuevos, novelas de amor, policiacas y de miedo. Trabajo, esfuerzo y dedicación de sabios escritores que comparten su don con el mundo día tras día. Historias y más historias. El año pasado, tuve un profesor, César, que amaba los libros. Entre clases teóricas de castellano, nos colaba genios literarios y sus obras. Cantantes, poetas y escritores, educaba nuestro gusto por la lectura. Pensaba en él, mientras ojeaba los libros que había en la mágica paradita, imaginaba sus comentarios y lo que él diría. “Novela Rosa, eso es para cursis, os animo a leer alguna pero con medida chicas que de principes azules hay pocos, mejor un detective como Phillipe Marlow.” Y de este modo nos presentaba un mundo oculto, desconocido hasta entonces, el de la novela negra. Fue un curso divertido el del año pasado, reímos mucho en sus clases, no obstante más de un bostezo también hubo. Todas esas horas dedicadas a hablar sobre el Largo Adiós, los largos speechs sobre la trama y los debates abiertos con la pregunta “¿qué creéis que pasará?” o, todavía más a menudo, “¿cuál es la pieza que nos deja entrever una posible acción, cuál es el cabo suelto?”. Charlas y más charlas que al final hicieron meollo en mi, ¡felicidades César! Lograste influenciarme hasta tal punto de comprar en una pequeña paradita dos libros muuuuy comentados y recomendados por ti como son el Halcón Maltés y el Sueño Eterno, grandes obras de grandes artistas, Dashiell Hammet y Raymon Chandler.

Así que, solamente deciros, vivir todos los instantes de vuestro día como bebés recién nacidos, sorprenderos ante las pequeñas cositas de vuestro día a día y, si algún día, os encontráis una paradita de libros, parar a echar un vistazo, sentir las hojas crujir por el paso del tiempo, dejar vuestra imaginación y vincularos con la esencia del lugar. Tantas historias juntas sólo pueden traer felicidad?.

¡Feliz día!

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