Había una vez un sueño, uno de bonito, hermoso, brillante. Era un sueño infinito que me llenaba por dentro y por fuera, me hacía vibrar, soñando volaba. 

Yo vivía por ese sueño, lo diseñaba, lo mejoraba, le daba mis alas. Era feliz soñando, me subía al cielo, hasta que me caí. Un golpe duro y seco, el final de mi sueño.

Lloré y lloré, había perdido el rumbo, aquello por lo que tanto renuncié se llevó lo que más deseaba. Saber que podría haber frenada la caída, coger un paracaídas o preparar un colchón… Saber que dejé que me arrastrará es peor que haber perdido mi sueño, mucho más dolor. 

A pesar de todo, a pesar de nada, por más que lo intenté, el dolor no se esfuma. Usted sigue atormentandome, usted me restriega aquello que más me duele, lo acepto, se acabó, tengo que dejarte ir. Adiós dolor.

Ann Rubio Dia a dia , , ,

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