“Dormir en un mundo nuevo, ver junto a ti el amanecer, abrazar cada instante con los brazos y los pies. Vivir solo un momento en el que yo decida ser aquello que más deseo, aquello que no puedo dejar de temer.” Ellet
Hazine
Me quedé embobado, un poco en shock, aún no podía creer que mi hermana siguiese buscándome y que estuviese a punto de lograrlo. Me sentía culpable, no había deseado contactar con ella del mismo modo que Ellet me reclamaba. Yo estaba muy bien aquí en Manlleva, en un lugar tranquilo donde no existía el miedo, en una dimensión paralela donde solo había amor. No se me había ocurrido nunca que mi familia seguiría pensando en mi después de tanto tiempo, al fin y al cabo, era solo un crío cuando desaparecí.
Recuerdo todos los detalles, los ruidos y el olor… Olía a luz y a estrellas, también a dama de noche, la fragancia más hermosa hasta hoy inventada. Sentí que el tiempo se detenía al mismo tiempo que la música me envolvía, creí estar muriendo hasta que abrí los ojos. Había colores, muchos colores, nada en comparación a lo que había visto en la Tierra, unos tonos eran vivos, otros estaban durmiendo, había colores celebrando una fiesta y algunas parejas bailando al compás de una orquesta de azules. Antes lo hubiese llamado magia, ahora se que del presente se trataba. Fue mi primera experiencia como mensajero y el viaje más maravilloso jamás realizado por un ser humano. Recuerdo unas manos, manos de vieja las llamaba yo, manos de sabia es lo que sé hoy. Me cogían con fuerza a la vez que me transmitían amor, me protegían de un mundo en el que no hubiera aguantado tanto dolor.
Ahora pienso en Ellet, ella siempre fue muy valiente, una luchadora. No me extraña que haya encontrado la manera de hablarme, de escribirme mensajes, pero aún no está del todo preparada. Antes, debe decir adiós a todo lo que tiene, tiene que dar un paso más hacia delante y cuando lo haga podré verla al fin. Estoy muy bien aquí, pero la echo de menos, siempre la he echado de menos. Mi hermana, mi protectora, mi amiga… hace demasiado tiempo que no la veo, ojalá llegue pronto. Aún así, sé que luego tendrá que volver a irse porque ha de ayudar a Besti y a su gente, María me contó la historia y entiendo que quieran volver atrás. Sin embargo, pasará algún tiempo antes de que deba irse y hasta entonces podré disfrutar de su compañía.
Desde que recibí su carta, me he vuelto alguien nuevo, o al menos eso dicen Carlota y Lluís. Son mis vecinos y los que han cuidado de mi toda la vida y creen que su visita me ayudará a entenderlo todo y que ahora estoy sintiendo los primeros efectos. Personalmente sé que algo ha cambiado dentro de mi, sigo siendo el chico vivaz y pícaro que era, pero ahora soy un poco más consciente. Aquí en la Manlleva he crecido feliz, estos doce añitos junto a grandes personas me han convertido en un mensajero capaz y un niño luchador, estoy orgulloso de ser quien soy.
Cuando llegué tenía apenas tres añitos, no entendía porque no estaban mis padres ni a donde había ido a parar. Por suerte, María se convirtió en mi guardiana y me lo contó todo. Recuerdo perfectamente la mañana, esa mañana en la que mientras desayunábamos me enseño un dibujo de la página de un cuento en el que aparecía yo. Sé que puede resultar extraño, pero era un niño y despertó tanto la curiosidad que me olvidé de juzgar, que bien se vive de este modo, créeme. Si quisiera, podría revivir de nuevo ese maravilloso instante en el que me sentí el chico más especial del mundo, verme reflejado en ese cuento me transformó en alguien nuevo. Entendí que había algo más que se me sería revelado en cuanto estuviese preparado y, que si estaba ahí, era por alguna razón que ya descubriría. Hoy en día, aún estoy aguardando a que María me lo cuente todo y cada vez más, siento que se acerca el momento.
Como iba diciendo, María me mostró todos dibujos que contenía el libro y poco a poco fue relatándome la historia de cada niño o niña que había en él. Ahora comprendo que, como yo, habían sido elegidos para estar ahí. Lentamente, comprendí lo más esencial y entendí que para volver a casa tenía que aprender a ser yo mismo, a vivir en el aquí en el ahora, y que tenía que desarrollar todas las capacidades que me habían sido concebidas. Emocionado igual o más que si me hubieran prometido viajar a Disneyland, empecé a trabajar con ganas y al poco tiempo ya era capaz de meditar solito, de ayudar a las flores a abrirse y de intuir el aura de las personas más cercanas a mi. Recuerdo que Carlota, asombrada ante mis avances, corría siempre al acabar nuestras clases a contárselo a su amado y, que al día siguiente, siempre me esperaba Lluís en su casa con un gran desayuno. Puedo decir que en esos primeros años fui el niño más feliz de la dimensión y todo gracias a ellos.
Por eso y por todo lo que me han dado durante mis nueve años de vida a su lado les estaré siempre agradecidos y en cuanto me gradúe y vuelva a la Tierra a cumplir mi misión les demostraré que pueden sentirse orgullosos de mi. Mientras, voy a hacer lo que debería haber hecho hace muchos años, contestaré a Ellet y la animaré a continuar. Quiero que sepa que la estoy aguardando y que me encontrará.