Dulcemente o mente dulce.
Lo sentía, vibraba dentro mío hasta llegar a hacerme daño. Ese silencio, esas palabras, todo y nada resonaban en mi cabeza y me estaban volviendo loca. Tantos días de espera, llamadas sin respuesta, miradas de recelo… sentía que el mundo se había alineado en mi contra. Nada funcionaba como toca, nadie me hablaba correctamente y todo giraba en torno a él. Dolor, maldito dolor. ¿Alguna vez has sentido que se te rompía el corazón? Pues bien, eso es lo que me estaba pasando. Y yo que creía que todo iba a salir bien, que ingenua que era entonces. Mi vida, mi rumbo, mi barco, llámalo como quieras llamarlo, se me estaba escapando de las manos, ya no podía controlarlo.
Necesitaba ayuda, urgentemente, y apareciste tú. Sentí por un momento que recuperaba el control, respiraba de nuevo. ¿Que habría hecho sin ti, Víctor? Me rescataste del río en el que me hundía, nadando a contracorriente sin energías suficientes para aguantar. Confiaste en mí cuando te decía que algo o alguien intentaba contactar conmigo desde el más allá. Me creíste, Víctor, y eso es algo que nadie ha hecho jamás. Y tenías razón, siempre la tienes, valía la pena luchar por aquello que más deseamos, aquello por lo que mataríamos, aquella persona que lo es todo, mi hermano.
¿Sabes? El otro día, volví a percibir esa energía de la que te hablaba, sentí a mi hermano cerca de mí, oí mi nombre. Puedes pensar que no son más que fantasías, pero tu no eres así y sé que me entiendes. Creo que cada vez estoy más cerca, día tras día bailo sin cesar y sin control. Mi fuerza crece y mi energía fluye a borbotones en todas direcciones. ¿Dulcemente o mente dulce? ¿Crees que me estoy precipitando? ¿Piensas que he de ir más lentamente? Las señales me indican que voy bien, pero no estoy segura. No sé si me estoy emocionando demasiado, que mi mente dulce y amorosa quiere encontrarle ya. Debería ser más suave, dulcificar mis gestos, no puedo permitir que se me escape por ser una chica impulsiva. Creo que me apuntaré a clases de yoga para que me enseñen a relajar y apaciguar mi energía. He de aprender a concentrar mis esfuerzos en una sola cosa, encontrarle.
Mi madre vuelve a sonreír, al verme mejor ella también lo está. Hemos sufrido mucho estos años, desde su desaparición nadie levantaba cabeza. Por eso empecé a bailar, y parece ser que es la clave para liberarlo. Ella se da cuenta de que algo nuevo se avecina y se está preparando para lo mejor y lo peor, si es el caso… Este es el año, estamos todos preparados y, gracias a Besti, se que ya no estoy sola, ella siempre está conmigo. Recibí una carta, no te lo conté, perdona, te lo explico ahora. Me pedía ayuda, ayuda para salvarla a ella y a su gente, me decía que era la única capaz de lograr lo que me estaba proponiendo y de mucho más. Me confirmaba que era ella la de las señales y se disculpaba por mostrarse tan aprensiva. También me decía que ya no hay tiempo, el final se acerca. Quería que participara en una competición universal compitiendo contra otras galaxias, me confesaba que nadie más creía en ella, pero ella confiaba en mi.
Estoy segura de que ahora mismo la cabeza te da vueltas, así me sentí yo, Víctor. Con esa carta se me abría un mundo desconocido en el que aún no había buscado y en el que según Besti podía encontrar. Se me presentaba un universo infinitamente mayor al que conocemos y se me daba la oportunidad de visitarlo. Era una carta maravillosa, llena de pasión y esperanza. Había tanta fuerza en ella que la creí. Ahora es su turno de mover ficha, y yo, en cuanto reciba las instrucciones me pondré en marcha. ¿Amigo mío, Víctor, me acompañarás?
Elett